Luego de un largo recorrido como docente universitaria, he tratado de explicar la enseñanza de la Historia como una síntesis de ciencia, arte y pasión. Ciencia porque exige un dominio del contenido, debidamente actualizado; arte, porque desde el campo metodológico, en las maneras de decir hay claves y estilos para llegar al alumno e intercambiar con él; y pasión porque los jòvenes han de percibir que tienen delante a una persona profundamente convencida de lo que está diciendo, en quien lo cognitivo y lo afectivo constituyen una unidad.
La implicación del ser humano en su propio proceso de aprendizaje resulta decisiva para que siempre continúe con su afán de querer saber. Una alternativa para lograrlo, es la utilización no sòlo de métodos que estimulen la memoria, la reproducción con o sin modelo, sino también, y de manera primordial, métodos que propicien la comunicación, el diálogo reflexivo, donde los alumnos descubran las contradicciones que se dan en el camino del saber y trabajen por darles solución.
Reviste importancia extraordinaria, que los alumnos también se sientan parte de esa Historia, que no la perciban como algo lejano o ajeno; y en eso, juega un papel de primer orden, la familia, los profesores, y también los medios de comunicación.
Por más que parezca un discurso pasado de moda, privilegiar el hecho de que en esta generación estén presentes los valores que traemos de nuestra Historia, como el sentido de pertenencia para guiar las acciones, la honestidad como valor que refuerza el compromiso de hacer las cosas correctamente; la solidaridad que en tiempos tan convulsos parece inexistente y la justicia social, también constituye un aporte.
Por más que parezca un discurso pasado de moda, privilegiar el hecho de que en esta generación estén presentes los valores que traemos de nuestra Historia, como el sentido de pertenencia para guiar las acciones, la honestidad como valor que refuerza el compromiso de hacer las cosas correctamente; la solidaridad que en tiempos tan convulsos parece inexistente y la justicia social, también constituye un aporte.
Cuando los docentes propiciamos que el aprendizaje vaya más allá de la simple memorizaciòn, contribuímos a desarrollar un mayor y mejor entendimiento de los conceptos. Las clases altamente interactivas generan un análisis mucho más preciso y una reflexiòn por parte de los estudiantes de forma simultánea y razonada, en la que el entusiasmo y la autoestima se proyectan de manera exponencial.
De lo que se trata, es de provocar un enfrentamiente con los nuevos conceptos, un debate que permita aplicar pensamiento crítico. “Hablemos menos para que los estudiantes piensen más
”.
!!! Seguimos!!!.
#hastaqueaflorelaemociòn.
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