Monòlogo
El Napoleón de mi vida “Yo Soy La Revolución”
Por Claudibel Familia
He me aquí yo soy al que buscan, YO SOY LA REVOLUCIÓN, yo cambié el rumbo de la historia, fui el más poderoso en la tierra, conquisté Europa, conquisté América no hubo lugar en el mundo donde no se escuchara mi nombre, yo cree imperios e hice leyenda, yo fui tu general, fui tu héroe, fui tu emperador, YO SOY Napoleón.
Vi la luz del mundo 15 de agosto de 1769 en Córcega, una pequeña isla ubicada en el mediterráneo, que uno meses antes se había convertido en una colonia francesa, no me equivoco al decir que “Nací cuando Córcega moría, cuando su libertad era ahogada en sangre, y que el llanto de los oprimidos rodeó mi cuna”, fui el mayor de 8 hermanos, mis padres eran aristócratas Corseanos sin riqueza, sí teníamos una casita en la ciudad y otra en el campo, fruto de la posición política-social de mi padre, un abogado italiano por el que no sentía ningún aprecio, pues le gustaban demasiado los placeres y nunca le pude perdonar que traicionara su tierra para unirse a los franceses. Si bien es cierto que sus conexiones me dieron la oportunidad de estudiar en una escuela francesa en la que aprendí hablar francés y además obtuve una beca para estudiar en una escuela militar, era mi madre mi admiración.
Mi madre “Única entre las mujeres” decidida y de carácter fuerte, con la mente de un hombre, se que su método de enseñanza no eran los más adecuados pero estaba convencida de que era la única forma de enseñarnos lo que era el sacrificio y la disciplina y estoy plenamente convencido de que todo mis éxitos se lo debo a ella.
Por mi inteligencia y gran destreza militar, pude ascender rápidamente al rango de teniente en el ejército francés, pero como es de esperarse levanté envidia entres mis compañeros, quienes me menospreciaban por no tener dinero, poseer un acento italiano y además ser baja estatura, pueden creerlo?, yo sí, pero NO me Importó, pues como no necesitaba de ellos para ser quien era, su rechazo solo me daba la oportunidad de mejorar día a día, ya que mis tiempos libre me introducía en los postulados ilustrados y además estudiaba las estrategias militares de los grandes lideres del pasado.
Francia “nación a la que le debo lealtad” atraviesa una guerra civil desde 1779, el pueblo se ha lanzado a la calle reclamando una reforma política, social y económica en su beneficio, han asesinado al rey, parte de la nobleza, algunos lideres revolucionario, así como a todo aquellos que se oponen al cambio, el país se encuentra en Caos y las grandes naciones europeas nos asechan, quieren destruirnos, someternos a su voluntad, temen que éste levantamiento sea el foco que culmine con su poderío, pero no es a la revolución a la que han de temer es a mi, porque YO SOY LA REVOLUCIÓN, su actitud solo me dará la oportunidad de aplicar los conocimiento que he adquirido para ir ascendiendo lentamente en el escalafón militar, pasaré de teniente a capitán, de capitán a comandante, de comandante a general y al final seré el jefe del ejército del estado mayor. Seré un héroe para el pueblo, accederé a los principales círculos sociales de París y desde allí estaré más cerca de mi meta.
Lo he logrado y hasta he encontrado el amor de mi vida, pero mi presencia ha sido solicitada en Italia para dirigir el ejército francés en una guerra contra Austria, no obstante en mi estancia he aprendido que si quiero ser conocido y reconocido por la historia he de hacer propaganda con mis victorias, mandaré hacer pintura y estatua en mi honor, incluso mandare a escribir un articulo en el periódico que dirá “Bonaparte vuela como trueno y Golpea como rayo”, pues esto solo es el principio de mi plan.
Bajo mi mando el ejército francés en Italia venció al austriaco, pero como mi propósito era sacarlo de allí, los perseguí por todo el norte del país “parecían rata huyendo al gato” hasta que los hice cruzar los Alpes y llegar a su tierra, no obstante cuando llegue a su frontera me dije “¿Por qué no continuamos la guerra en su tierra?”, y me adentré con mi ejército en su territorio, sin embargo cuando llegaba a Viena una comisión envió por el emperador austríaco, me informó que estaban interesado en firmar la paz con Francia, vaya sorpresa la mía cuando me notificaron que no estaban de acuerdo con las pautas que había establecido para firmar el tratado, a ver como si cedían a Bélgica, el flanco izquierdo de rio Rin y unirse a Francia en su campaña contra las naciones europeas fuera imposible, así que me enojé fuertemente y estallé como una porcelanas al suelo y le dije “Así de despedazado quedará su imperio luego de que mi ejército lo arrase”, me tildaron de loco Sí, pero logré mi objetivo y en abril de 1797 firmamos el acuerdo sin intervención del gobierno francés.
He de reconocer que este hecho me hizo consciente de que con mi inteligencia y mis habilidades no solo podía ser un gran general sino también el jefe de estado. Así que emprendí mi regreso a Francia llevando conmigo la firma de tratado de paz con Austria, presentándome como el héroe que necesitaba el pueblo bajo el caos político al que estaba sometido, pero no soy idiota, pues a pesar se saber que el gobierno estaba bajo un poder parlamentario débil carente de apoyo popular, sé muy bien que un golpe de estado ahora me dejaría en el olvido, así que:
Como Inglaterra era la única nación enemiga de Francia por el momento, y se estaba organizando una campaña militar en su contra, le propuse al directorio que aparte del mando del ejercito, me permitiera atacar indirectamente a Gran Bretaña, dirigiéndonos al Oriente para tomar Egipto y cortar permitiera comercial con la India, alegando que el ejército no estaba preparado para atacar directamente.
Fue una decisión estúpida, pues a pesar de que conquiste Alejandría y llegue al Cairo, rápidamente fui atacado por los pueblos que habitaban esa zona, entre ellos unos sangrientos soldados orientales
llamado “Mamelucos”, cuya valentía y persistencia ha de ser recordada en la historia. Si, durante un tiempo los vencimos incluso llegué a verme como un emperador oriental con turbante en la cabeza y sobre un elefante marchando hacia Asia, pero todo acabo cuando los estúpidos ingleses atacaron la flota naval francesa que se encontraba en la costa egipcia, dejando mi ejército a la intemperie, sin alimento, ni armas y sin posibilidad de comunicarnos con Francia por un tiempo, tuvimos que sobrevivir a Egipto y al ataque de su pueblo y su naturaleza, si, fuimos vencido en más de una ocasión pero en Francia no se supo nada, me encargue de que la noticia que llegaran sobre la campaña fueran victoriosas aunque fuese mentira. No me creen? Allá ustedes.
He de decirles que mientras en Francia se propagaban imágenes del ejército francés venciendo a los orientales, de los 30,000 soldados que iniciaron la campaña conmigo, sólo 13,000 permanecían en 1799, pues los que no habían desertado, habían muerto en manos de los mamelucos o por causa de enfermedades.
Mientras las tropas estaban desanimadas y querían regresar, yo me negaba a irme vencido, más sin embargo, cuando les llegó información de que se estaba preparando un golpe de estado en contra del gobierno francés, tomé el primer buque que se dirigía hacia Europa, abandonando a mi ejército, y como un amante después de una noche de placer, le dejé una nota en la que decía ...Extraordinaria razones requieren de mi presencia en París, no me juzguen tenía miedo de llegar tarde y perder la oportunidad que he estado cocinando desde hace tiempo.
Cuando pisé París el pueblo me aclamaba como su salvador, pues Francia estaba en Guerra con Austria, Gran Bretaña y Rusia, el gobierno estaba desorganizado y además se presagiaba un golpe de estado inminente. Pero como sabía que esto no podía realizarlo solo, me alié a un miembro del directorio que quería hacerse del poder, Emmanuel Cellez, el muy idiota, solo me quería como apoyo militar y popular; pero pronto se daría cuenta de que al igual que él, yo también quería el poder.
El plan era básico, Quitar el parlamento, establecer un gobierno provisional cuya función era redactar una nueva constitución, este seria puesto en marcha en noviembre de 1799 pero se necesitaba el apoyo de los legisladores, quienes se negaban a apoyarnos, y como siempre he sido impulsivo, entre al parlamento para ver que sucedía. Mala decisión; pues “como gallina en el gallinero” los parlamentario gritaban que quería hacerme del poder a la fuerza para establecer una dictadura, por un momento vi mi oportunidad perdida hasta que mi hermano Lucien tomó su espada apuntó a mi corazón y gritó “Créeme si Napoleón intentara tomar el control para establecer una dictadura yo mismo lo mataría” y todo se calmó. La madrugada de ese día se establecía un gobierno provisional con tres representante, conmigo a la cabeza e inmediatamente ordené la redacción de la nueva constitución.
Esta nueva constitución aparte de establecer una nueva forma de república bajo una asamblea legislativa bicameral, me dio el poder absoluto sobre el estado, si bien es cierto que establecía que el poder ejecutivo del nuevo gobierno quedaría en manos de tres cónsules, hice que se creara un artículo donde se plasmara, que con mi decisión era más que suficiente, además tenia el poder de escoger los miembros de la burocracia, controlaba el ejército y dirigía los asunto exteriores. No obstante, un día me puse a pesar que era mucho lo que tenía que hacer en tan poco tiempo, por lo que ordené en 1782 reformar la constitución para que me nombraran cónsul vitalicio otorgándome poderes casi dictatoriales, pero no, aún de temer, yo seguiré los ideales de la revolución.
Sé que hacer las paces con la iglesia no es seguir los pasos de la revolución, pero también sé que la religión, es una institución excelente para mantener callado a los pueblos, no es por fe ciega, es por conveniencia, necesito de la iglesia para mantener mi gobierno, pero bajo ningún concepto dejare que los logro de la revolución se pierdan.
A medida que pasaba el tiempo me di cuenta de que se hacia necesario un sistema legal uniforme, que reflejara la mayor parte de los logros revolucionarios, no todo, pues “ los pueblos se vuelve loco cuando gozan de mucha libertades”, así que creé “Los Códigos Napoleónicos” donde reconocía el principio de igualdad de todos los ciudadanos ante la ley, el derecho de los individuos para elegir sus profesiones, tolerancia religiosa y la abolición de la servidumbre y el feudalismo, si bien es cierto que mis sistema de leyes fue criticado por limitar aún más los derecho de la mujer tengo mis razones para creerla mentalmente incompetente.
Siempre he creído que cualquier individuo independientemente de su clase, puede ascender a cualquier cargo sobre la base de sus capacidades, no necesita llevar sangre noble para ascender en la vida, por eso la “Legión de Honor” estaba abierta a todo tipo de talento, solo se necesitaban ambiciones y deseos de superase, no obstante no sentía el mismo afecto por aquellos que reclamaban libertad, tildando mi gobierno de dictadura, así que aplastaba a todo aquel que intentara reforzarla. “Creía en gobierno para la gente pero no por la gente”, pues como siempre, ”Lo que es libertad para uno, es dictadura para otros” y como ya era un dictador para muchos empecé a perseguir a los opositores, creando una policía secreta encargada de vigilar la población, mandé a cerrar periódicos y censuré la prensa, una bien “He aprendido de la libertad se debe dejar de lado cuando se meten en mi camino”, ya que es necesario, pues los sentimiento de libertad llaman a revolución.
Recuerdo que cuando me hice con el poder francés en 1799, Francia se encontraba en guerra con Gran Bretaña, Austria y Rusia, como soy un hombre inteligente, astuto y con buen discurso, me apoyé en la excusa de la “La guerra diplomática” para solicitar a las grandes naciones un periodo de paz, alegando “Necesito restablecer el orden en la naciente república para salvar el mundo, pues mientras se perciban tiempo de guerra la revolución permanecerá inamovible”.
¡A que no saben!
Obtuve mi amada paz y con nuevos territorios pero como mi intención así como las de mis enemigos (Creo) no era permanecer en paz por mucho tiempo, enseguida, di inicio a los preparativos de guerra, por eso cuando Gran Bretaña reinició la guerra en 1783, mi ejército, ya estaba preparado para enfrentarlos; a ella y a su colisión.
Como Gran Bretaña se encontraba al otro lado del mar, inicié mi plan de guerra atacando a su aliados continentales Rusia y Austria, quienes a pesar de superarme en numero, su errores en batalla me dieron la victoria, pues mientras Austria solicitaba la paz y los rusos regresaban con el rabo entre las piernas a su tierra, Prusia, que había permanecido neutral durante la guerra, de un momento a otro rompe su neutralidad, yo sorprendido pero con astucia aplasta rápidamente su fuerza y avanza contra los rusos que habían venido por más y los dejé peor que antes.
Ya con el control continental y con las grandes potencia Europea, ha excepción de Inglaterra, sometida, a mi poder, pensando que con tan solo 34 años había logrado más que cualquier Rey francés del pasado, entonces, decidí que necesitaba una corona. Así que ordené reformar la constitución para que me nombraran emperador y mande a buscar el Papa a Italia para mi coronación. Tenían que verme, pues ninguna otro coronación fue como la mía parecía un Cesar en una moneda, imponente y brillante.
MI IMPERIO, ¡Oh mi imperio!.
Consistía en una Francia amplia que se extendía hasta el Rin e incluía la mitad occidental de Italia, además de los Estados dependientes como España, los Países Bajos, el reino de Italia, la República Suiza, el Gran Ducado de Varsovia y los estados Alemanes, así como los estados aliados de Rusia, Austria y Prusia que había vencido. Los obligué a unirse a mi guerra contra Gran Bretaña. No le pedía más que obediencia y puede que la razón de su traición se debiera a que como estaban acostumbrados a su monarquía absolutista, cuando intenté destruir el antiguo orden en sus estado, quitándole a la nobleza y al clero sus privilegios y además decretando la igualdad de oportunidades con cargos abiertos al talento e igualdad ante la ley para todos los hombres, no le cayera en gracia mi gloria.
Aun NO he logrado entender la razón de la caída de mi imperio, puede que se debiera a mi egocentrismos e intransigencia, pero si lo pienso bien, mi problema tiene nombre y apellido Gran Bretaña y Nacionalismos.
A la primera, intente derrotarla, pero su poder marítimo hizo imposible mi hazaña, mientras controlaba los mares ningún ataque militar tendría éxito, así que pensé en cortarle los recurso por tierra para debilitar su poder económico y militar, pero todo salió mal, pues creo que los estado aliados me traicionaron proporcionarles recursos. Y la segunda fue mi culpa que se extendiera a todas parte, pues como es de esperase nació en Francia durante la revolución y buscaba hacer a los hombre consientes de su raíces.
No me cabe duda que la pérdida de mi gloria se debió a que “siempre me mantuve en guerra, a mi deseo de ser el más grande emperador de la historia, esa fue, mi destrucción”.
Fomentando la “Pedagògica de la Escritura” en contextos universitarios
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